Imagínate una carreta tirada por un par de caballos. Si ves con detenimiento notarás que la carreta está muy cargada y que los animales están esforzándose para cumplir con la tarea. Como si fuera poco, en la medida que avanzan, el camino se empina hasta convertirse en una cuesta que parece imposible de subir. Es momento de tomar decisiones, y no pareciera que aumentar el número de caballos sea una opción.
¿Qué te parece si liberas algo de carga?
Aquí te dejo 5 preguntas que te pueden ayudar a liberar peso:
1.¿Qué puedes vender, donar o regalar?
Somos acumuladores por naturaleza, nos apegamos a las cosas que logran tener algún significado y nos volvemos incapaces de deshacernos de ellas. Puede tratarse de una bicicleta que usabas hace 10 años pero también puede ser una cámara que te costó mucho comprar. La pregunta es, ¿necesitas eso en este momento o recapitalizarte puede ser una mejor idea? ¿Cuáles cosas tienes años sin usar? ¿A quién puedes hacerle un favor regalándole todo eso que ya no usas? No subestimes la posibilidad de que mantenerte apegado a cosas te hagan lento para moverte, menos ágil y pesado.
2. ¿A dónde te puedes mudar?
Quizás estás en las oficinas que siempre soñaste o ya las decoraste como querías, pero, ¿realmente necesitas todo ese espacio? Permíteme hacer una pregunta más difícil, ¿es inteligente que pagues por todo ese espacio? Recuerda que el estatus no paga tus cuentas y que hacer un downgrade temporal no significa caer en la pobreza.
Ya sé que este es un tema sensible, no conozco a nadie que disfrute despedir gente, pero cuando la cuesta se pone muy empinada hay que tomar decisiones difíciles. Aquí puedes hacerte varias preguntas: ¿Por cuál tipo de trabajo tienes que pagar? ¿Cuáles puestos puedes fusionar? ¿Cuáles responsabilidades/posiciones no van a ser productivas por un buen tiempo? ¿A quién puedes convertir en freelance?
4. ¿En qué eres realmente bueno?
Es difícil que volverte todero* te saque de la crisis pero ser el mejor en lo que haces te puede mantener a flote. He visto a emprendedores dedicarse a varias cosas inconexas entre sí para mantener el flujo de caja, incluso usando el mismo nombre para todo. Algo como una Agencia de Publicidad que vende sandwich y hamburguesas; o un taller mecánico que también instala sistemas de alarmas. No quiero ser antipático, pero haber vivido varias crisis de diferentes tipos me permite decirte esto: Rara vez esas medidas evitan el cierre definitivo.
5. ¿Qué deudas puedes pagar?
Una de las primeras medidas que debes tomar para afrontar una crisis es planear el manejo de las deudas, y puede ser que necesitas a alguien que te asesore para que tomes las mejores decisiones. Mientras haces eso, te adelanto: No asumas más deudas, comienza a pagar las deudas más pequeñas, dale la cara a tus acreedores y plantéales un plan de pago, evita vender activos para pagar deudas.
Después de haber leído estas preguntas y de reflexionar en sus respuestas, no lo dudes más y despójate de ese peso que probablemente, no te deje seguir hacia adelante.
Cuando entramos a algún lugar se desata una serie de sensaciones que involucra todos nuestros sentidos. Solo piénsalo por un minuto.
¿Qué ocurre cuando cruzas la puerta de un hospital? Haz el ejercicio de separar todos tus sentidos y evaluar lo que estás experimentando en cada uno.
Lo mismo le ocurre a cualquier persona que nos visita. Puede ser que nos visite en casa, en nuestra tienda, en nuestra oficina o dónde sea que funcionamos físicamente.
Todo comunica. Cada cosa que nuestro visitante experimenta le está dejando un mensaje sobre nosotros en su cerebro. A veces es muy evidente, como, “aquí hay demasiado calor”, pero otras veces es imperceptible conscientemente.
Te propongo que hagamos un ejercicio de empatía y evaluemos que estamos comunicando a nuestros invitados haciéndonos estas cuatro preguntas.
1. ¿Qué es lo primero que ven?
Imaginemos que tienes una ferretería y tu cliente acaba de cruzar la puerta de entrada. ¿Ve una tienda ordenada, con señalética clara y una ruta para avanzar? ¿Ve a una persona con una playera con su nombre? ¿Ve primero la caja de pago? Recuerda la última vez que visitaste una ferretería, ¿qué viste primero? Ahora que lo piensas, ¿cómo te sentiste?
Son muchas preguntas, lo sé. Pero prefiero acompañarte con las preguntas que darte respuestas porque tú sabes mejor que yo qué es lo que tus invitados ven.
En un oportunidad fui a mi banco y noté que en la entrada estaba una joven que le preguntaba a cada cliente qué operación iba a realizar y le guiaba para hacer la solicitud más apropiada a su necesidad. Antes, cuando entraba me conseguía primero con una máquina donde yo seleccionaba la operación y recibía un ticket con un número. La máquina sigue allí pero ahora la opera una persona que sonríe, que escucha y que responde.
2. ¿Qué es lo primero que oyen?
Estamos de nuevo en la puerta de tu tienda. ¿Qué está escuchando tu cliente? ¿Conversaciones indistintas? ¿Algún hit musical del momento? ¿El sonido de máquinas? ¿El ruido que sale de un televisor encendido? ¿Alguien diciéndole, “Bienvenido, ¿cómo puedo ayudarle?”. No hay respuestas incorrectas. Lo importante es identificar si lo que se oye es lo que tú quieres comunicarle al cliente.
Si tienes un taller de carpintería quizás te guste que al entrar, el cliente escuche las máquinas sonando porque eso comunica productividad. Pero si tienes un gimnasio de yoga el silencio puede ser tu mejor aliado.
Hay sonidos que son desagradables en cualquier lugar. Uno de ellos es una televisión encendida con programación irrelevante. A veces tienen allí una telenovela o programas de concursos que solo hacen ruido. También ocurre que en las tiendas, el personal de turno pone la música de su preferencia, sin pensar en los gustos de sus clientes.
3. ¿Qué es lo primero que sienten?
Esta es una pregunta muy subjetiva, pero muy valiosa. Imaginemos que tienes una galería de arte. ¿Qué quieres que sienta la persona cuando entra? ¿Respeto, paz, exclusividad, admiración? También podemos hacer el ejercicio con la sala de espera de un consultorio odontológico, o de un despacho de abogados, o de un estudio de tatuajes o un restaurant de comida vegetariana. Cada tipo de actividad tiene una comunicación implícita, hay elementos del ambiente que son cónsonos con el lugar o todo lo contrario.
El sonido, la decoración, la atención del personal y la temperatura conforman un todo para poder responder la pregunta, ¿qué siento? Las respuestas pueden ser algo como, “me quiero quedar aquí aunque no tenga nada que hacer”, “me quería ir antes de entrar”, “se siente muy a gusto”, “siento que estaba con amigos”, “en ese lugar siempre me da sueño”, “siento que quieren que me vaya”.
Tu lugar habla. ¿Qué le está diciendo a tus invitados?
4. ¿Qué es lo primero que hacen?
Una de las peores sensaciones es sentirse desorientado. Llegar a un lugar y no saber qué hacer. Es peor cuando percibes que otros te miran como esperando que hagas algo.
Cada lugar puede promover una acción diferente, pero es importante que esté claro qué debe hacer la persona al entrar. Por ejemplo: ir a la taquilla, ir al pasillo donde está el producto que se busca, mirar la exhibición, sentarse y esperar, ir al módulo de información, acercarse a una máquina, y un infinito etcétera.
Los segundos que transcurren entre que tu invitado pasa la puerta de tu local y descubre lo que debe hacer son fundamentales para su experiencia.
Una buena manera de identificar cómo se comporta la persona al llegar es observándola. Ubícate en algún lugar donde veas directo hacia la puerta de entrada y mira cómo reaccionan las personas. Los que ya han ido antes seguramente actuarán con seguridad y confianza, pero los que no…¿qué es lo primero que hacen?
Recuerda que todo comunica. La publicidad en redes sociales es muy importante pero no lo es todo. No olvides ocuparte de la comunicación que llega a través de las sentidos.
Algo como esto debe haberte ocurrido: Tienes que hacer una presentación a un grupo de colegas y no sabes por dónde comenzar.
Después del hecho mismo de hablar en público, saber cómo comenzar es de las cosas que produce más estrés.
Pero no te autoflageles tan rápido. Tú tienes un contenido que entregar pero sabes que no puedes comenzar lanzando esa información cruda y dura al equipo. Eso ya es un gran avance.
Antes de escoger la ropa que te pondrás para esa presentación, hazte estas cuatro preguntas:
¿Quién es mi audiencia? ¿Son hombres, mujeres, jóvenes, colegas con los que tengo tiempo trabajando, nuevos colaboradores, tienen roles superiores al mío, son amigos, son desconocidos? El propósito de determinar tu audiencia es que definas el lenguaje y la cercanía con la que hablarás.
¿Cuáles son sus preguntas? ¿Qué es lo que quieren saber? ¿Por qué van a asistir a escuchar mi presentación? Si es porque vas a dar un reporte de los estados financieros del primer semestre del 2021, quizás no van a escuchar los números, sino que van a saber cómo le fue a la empresa en el primer semestre. Si solo quisieran saber los números se los hubieras enviado por email. ¿Qué es lo que realmente quieren saber?
¿Cuáles son sus necesidades? ¿Necesitan información, claridad, perspectiva, ánimo, esperanza, motivación? ¿Necesitan ser movidos a la acción, sentido de urgencia? Responderte estas preguntas te va a ayudar a usar los verbos correctos en tu speech. Le va a hacer saber al equipo que tú sabes de qué estás hablando porque estás interpretando acertadamente lo que tienen en sus cabezas.
¿Cuánto tiempo tengo? Esto es crítico. Ser puntuales para comenzar es un comportamiento de personas con altos estándares de excelencia, y ser puntuales para terminar es un comportamiento de respeto. Eso comunica que te importa el tiempo del resto del equipo y que has sabido meter tu contenido dentro de un frametime.
Si construyes tu presentación y comienzas tu participación con estas cuatro preguntas respondidas, todos en la sala van a sentir que ellos son más importantes que tus slides o tus nervios. Vas a conectar con tu equipo desde la empatía porque les harás sentir que lo que es importante para ellos también lo es para ti.
El tema de los influencers sigue ocupando a las agencias de marketing como nunca. Esta figura no es nueva, al contrario, es muy vieja.
Antes, cuando la televisión era la reina del mass media, las marcas usaban para sus campañas a figuras que hubieran alcanzado notoriedad dentro de su target. Así es como una marca de cerveza hacía spots para la televisión con algún narrador deportivo famoso. El narrador deportivo era un influenciador dentro del target de la marca, tenía la credibilidad que la marca necesitaba. La jugada consistía —y consiste hoy día—en que el influenciador “llevara” las bondades del producto a los oídos de su audiencia. Es endosar credibilidad.
En aquella época los medios tenían las audiencias, el personaje tenía la credibilidad y la marca el producto. Entonces la marca ponía el producto en manos del personaje convirtiéndolo en un influenciador ante las audiencias que tenía el medio.
Hoy día, aunque ese modelo viejo se sigue usando, la ecuación ha cambiado. Hoy, tenemos personajes que se han vuelto famosos porque las plataformas mediáticas tradicionales los han convertido en celebridades pero luego ellos crecieron dentro sus propias audiencias cautivas a través de sus redes sociales. Allí tenemos a personajes como Dwayne Johnson, Will Smith, Oprah, entre muchos otros.
Otra ruta ha sido la de personalidades que primero tuvieron sólidas audiencias en sus redes sociales y luego saltaron a la media tradicional. Un ejemplo de ello es Justin Bieber, Pablo Alborán y Lele Pons. Y una tercera ecuación es la de las celebridades que solo tienen presencia en línea y parecieran que no necesitan nada más.
En cualquiera de esas tres ecuaciones los influencers tienen el oído y los ojos de sus audiencias digitales y las marcas, especialmente las de consumo masivo, van con ellos para que promuevan sus productos dentro de sus nichos.
Hasta aquí es probable que te esté diciendo cosas que ya sabes. La pregunta es, ¿te conviene usar influencers para promover tu marca o producto? La respuesta es: depende.
Una de las ventajas del entorno digital es la precisión que puedes tener para segmentar tu audiencia. Con esta tarea bien hecha puedes salir a buscar voces que ya se hayan ganado el oído de tus potenciales clientes para que hablen de tu producto.
Antes se creía que el mejor influencer era el que tenía más seguidores y ya ha quedado suficientemente claro que eso es completamente falso. El mejor influencer es el que te da la mayor tasa de conversión. O sea, el que mueve mejor a tu audiencia hacia el carrito de compras. Lo pongo de esta manera, ¿prefieres una influencer de amplio espectro con 2 millones de seguidores que solo te produjo 20 ventas o un influencer enfocado en tu nicho que te produjo 300 ventas? Los números son odiosos y más si se trata de una generalización como esta pero de esto va el asunto. Fíjate que en el ejemplo del influencer que le habla a tu nicho no le asigné un número ideal de seguidores porque eso es prácticamente irrelevante. Los números que tienes que ver son otros.
Pablo Herreros hace una pregunta que me parece muy atinada: ¿Tu marca tiene propósito? Si tú sabes qué es lo que quieres lograr con tu marca y a quién le estás hablando puedes dar con la voz/imagen que más te conviene.
Imagínate que vendes un producto con un nicho muy específico. Por ejemplo, estas promoviendo un libro sobre productividad. ¿Crees que sería útil gastarse el dinero de la promoción en un influencer como Luisito Comunica? Él es fantástico, tiene 37 millones de suscriptores en su canal de YouTube pero no le habla directamente a tu audiencia. Yo te propondría conectarnos con Luis Ramos que tiene un canal en YouTube con 340 mil suscriptores (el 1% de Luisito) donde habla de emprendimiento, productividad y libros.
Hasta ahora, la respuesta a la pregunta que nos hicimos arriba sobre si te conviene contratar a un influencer sigue siendo “depende”.
Para que tú mismo te convenzas, te propongo que respondas primero las siguientes preguntas:
¿Tienes definido tu público objetivo?
¿Has identificado cuáles voces tienen influencia en tu público objetivo?
¿Estás seguro de querer vincular tu marca o producto a un influencer?
¿Tienes un plan de contención en caso de que una mala reputación del influencer arrastre tu marca?
¿Tienes claros los objetivos que quieres alcanzar a partir del momento en que tu marca sea promovida por un influencer?
¿Tienes presupuesto?
¿Tienes suficiente inventario para responder a un crecimiento súbito de la demanda?
¿Tienes tus canales de comunicación (redes sociales, sitio web) atractivos y útiles para recibir visitas?
Quizás abriste los ojos tanto como pudiste y pensaste que este título es una falacia, crees que sí es posible producir ilimitadamente, tanto como los sistemas de trabajo lo permitan. Y probablemente tengas razón, pero permítenos presentarlo desde otra perspectiva.
Por ejemplo, veamos algo fácil de comprender como escribir un libro. Un libro no es solo una compilación de palabras, una tras otra sin ilación ni sentido. En caso de que escribas de esa manera puedes llenar hojas tras hojas hasta que logres tantas como para hacer un libro, luego puedes diseñar una portada, imprimir 20.000 copias y colocarlos a la venta. ¿Te parece que el trabajo fue productivo? Alguien puede sorprenderse porque se imprimieron miles de ejemplares pero tú sabrás muy bien que ese indicador no está midiendo el verdadero resultado. Ahora, si quieres vender más de 500 millones de copias tienes que escribir algo como Don Quijote, si apuntas a los 150 millones tendrá que ser como El Señor de los Anillos o si prefieres, puedes intentar algo como El Código Da Vinci y superar los 80 millones de ejemplares vendidos. ¿Qué es lo que hace la diferencia? La creatividad. La creatividad infinita.
Frecuentemente conversamos con directivos o gerentes que no están satisfechos con los resultados de sus organizaciones, aunque las líneas de producción están a su máxima capacidad, el talento humano está motivado, el mercado está en un buen punto y los estados financieros son respetables. ¿Qué es lo que les inquieta? Ellos perciben que la creatividad no está fluyendo en las juntas, que ha transcurrido mucho tiempo con todo igual y que en cualquier momento una startup innovadora o un competidor agudo puede mandarlos a la lona en la pelea por las cuotas de mercado. La creatividad es lo que los hará diferentes.
David Kadavy, autor del libro “The Heart to Start”, dice: Puede que no sepamos todo sobre la creatividad, pero sabemos más que nunca. Las ideas creativas siguen una progresión predecible, viajando a través de etapas. La energía creativa mengua y fluye.
Nuestra recomendación es que tomes un tiempo para dos cosas:
1) Preguntarle a tu equipo si están satisfechos con lo que están haciendo y si han pensado en maneras de hacerlo diferente
2) Quitarte el carnet de tu organización e ir a dar una vuelta por el mercado a ver que están haciendo otros en materia de diseño, empaques, aditivos, funcionalidad, canales, precios, procesos, marketing, etc. No se trata de imitar sino de evaluar.
La creatividad infinita está allí, pero no funciona sola. Cuentan que Pablo Picasso dijo, “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”.
Seguro que has estado en un montón de reuniones, eventos o conferencias donde el speaker te está matando del aburrimiento, Y qué pena si comienzas a cabecear o a sentir que se te cierran los ojos.
Saber cómo entregar un mensaje es tan importante como el mensaje en sí mismo. De hecho, un mensaje puede perder relevancia o impacto porque fue mal entregado y en ese caso todos pierden: el dueño del mensaje, el comunicador y el oyente.
Jeff Henderson es un speaker reconocido y muy solicitado en EE.UU. y autor del libro Know what you’re for. En un artículo publicado en el blog de Carey Nieuwhof, Jeff cuenta que luego de más de 20 años formando a líderes de empresas sobre cómo hacer mejores presentaciones, ha concluido que hay cuatro tipos de voces de presentadores y cada presentador —o comunicador—tiene una dominante.
Cuando un comunicador descubre cuál es su tipo de voz dominante, puede elevar su mensaje, hacerlo más afectivo, más preciso. Y esto no solo es útil al momento de estar en la plataforma o ante la audiencia, sino que permite preparar mejor la charla.
Después de que leas las descripciones de cada voz, te invito a que tomes el test de Las Cuatro Voces de un Comunicador. Es gratis y está en este enlace.
Jeff presenta cuatro voces: Maestro, Motivador, Visionario y Narrador, aunque en este último prefiero usar el término anglo Storyteller.
El maestro
La voz del maestro es instructiva y la meta es dar una buena explicación. Si tú tienes la voz del maestro entonces tienes un gran contenido. Seguramente uno de tus grandes desafíos es poder meter todo el contenido dentro de un tiempo específico, ¿cierto?
Debilidades: Los maestros, en general, no tienen la capacidad de lograr una buena conexión con su audiencia y esto es algo que les cuesta reconocer. Ellos creen que como el contenido es bueno, útil o importante la gente tiene que estar automáticamente interesada.
Estrategia: Todos hemos escuchado a maestros que dominan súper bien el contenido pero perdieron a su audiencia en los primeros cinco minutos. Esto hace que la primera parte de la presentación sea vital para ellos. El plan debe ser trabajar duro en la arrancada de la presentación para que la audiencia se convenza acerca del por qué deben escuchar.
Cuando se combina un gran contenido con una conexión con la audiencia tienes la receta para una presentación exitosa. El contenido por sí solo rara vez funciona porque no le da razones a los oyentes para quedarse escuchando.
Preguntas: Estas son las preguntas que alguien que es un maestro debe responderle a su público en los primeros cinco minutos: ¿Por qué tienes que escucharme? ¿De qué te perderías si no me escuchas? ¿Cuál es el problema que te voy a ayudar a resolver.
2. El motivador
La voz del motivador está orientada a la acción y la meta es el cambio personal. La voz del maestro y la del motivador son totalmente opuestas. Por ejemplo, los primeros cinco minutos de un motivador son fáciles de soportar, de hecho, pueden ser lo mejores de toda su charla porque le imprimen mucha energía.
Debilidades: Si no son cuidadosos, en la medida en que la charla avanza y la energía baja, también la conexión baja. Y esto ocurre porque el motivador se apoya mucho en la inspiración en detrimento del contenido y la claridad.
Estrategia: Escuchar a un comunicador con esta voz entre 10 o 15 minutos permitirá saber si de verdad tiene un buen contenido. Si tienes esta voz es indispensable trabajar más allá del título, del bottom line y del comienzo de la charla. Es muy útil escribir un outline con los puntos que se deben abordar y determinar con anticipación en qué momento se tocará cada uno de ellos.
Preguntas: El motivador debe hacerse estas preguntas cuando está preparando su contenido: ¿Qué quiero que la audiencia haga con esta información? ¿Los pasos para actuar están claros? ¿Estoy combinando la motivación con un contenido útil?
3. El storyteller
La voz del storyteller es cautivante y su meta es conectar con las emociones de la audiencia. El marketing actual hace mucho énfasis en esta habilidad porque es cierto, las historias hacen que el contenido sea memorable.
Los speaker que tienen esta voz derriten a su público, son buenos haciendo que los detalles sean importantes y manejan muy bien la tensión o el climax de sus presentaciones.
Debilidades: Lo que ocurre frecuentemente con los storytellers es que pueden perder con facilidad la dirección y la claridad de su mensaje. ¿Has escuchado cuando el orador pregunta “¿Por qué les estaba contando esto?” Nadie lo sabe pero la historia estuvo buenísima. Si no se tiene cuidado, el tiempo se irá contando historias y la gente se irá sin saber qué hacer con lo que escuchó.
Preguntas: En el momento de preparación del contenido, un storyteller debe preguntarse: ¿Cómo voy a conectar la historia con el mensaje? ¿Hacia dónde estoy llevando a mi audiencia? ¿Cuál es el mensaje que voy a ilustrar con esta historia?
4.El visionario
La voz del visionario es inspiradora y la meta es el cambio en la organización o el mundo.
Los líderes visionarios tienen la habilidad de ayudarnos a ver algo que no existe en la actualidad. Ellos convierten en realidades las buenas intenciones. Ellos ayudan a cambiar el mundo y una de las herramientas que usan para lograrlo es la comunicación.
Debilidades: Al visionario le cuesta aterrizar la gran idea, guiar a la audiencia hacia los cómos que están detrás del por qué. Esto puede ser complicado porque muchas veces los cómos no están claros todavía y esto es comprensible, especialmente cuando se visiona acerca de un futuro intangible pero posible.
Lo importante para tomar en cuenta es que si no se aterriza la visión a elementos prácticos no habrá manera de mover a la audiencia hacia la acción. Todo será una bonita retórica.
Preguntas: Lo que un visionario tiene que responderse antes de encarar a la audiencia es: ¿Cómo vamos a lograr esto? ¿Qué vamos a hacer para convertir esto en resultados? ¿Cuál es el plan de acción?
Ahora que conoces las fortalezas y debilidades de las cuatro voces, el siguiente paso es tomar el test*. Una vez que hayas descubierto o confirmado cuál es tu voz lo que tienes que hacer es ponerlo en práctica en tu próxima presentación. No pierdas la oportunidad para evaluar qué tal se sintió tu audiencia con el cambio.
Los hábitos tienen el potencial de disparar nuestro crecimiento o de empujarnos hacia la ruina.
Se ha escrito una cantidad enorme de libros que hablan sobre la importancia de los hábitos desde diferentes perspectivas, sin embargo, en esta ocasión escribo desde mi experiencia.
Yo tengo algo de ventaja con los hábitos porque mi temperamento (Sanguíneo/Melancólico) me impulsa a ellos, pero eso no significa que no tenga luchas. Por otro lado, aunque abordaré el tema desde una perspectiva positiva, es necesario tener presente que también existen los hábitos destructivos.
Los productores necesitamos desarrollar rutinas o apegarnos a los check-list para no pasar por alto alguno de los tantos elementos que tenemos que tomar en cuenta en una producción, pero una rutina no es un hábito, y un check-list menos. Lo que sí nos caracteriza son horarios locos y complejos, mala alimentación, muchas horas en estudio o locaciones, quizás abuso de bebidas estimulantes como alcohol, café, energizantes, y un alto compromiso con los objetivos.
Este ritmo nos hace muy difícil incorporar hábitos saludables a nuestra vida diaria, pero si eso es lo que quieres lograr —y yo te lo recomiendo— te comparto cinco verdades que he aprendido.
1. No son fáciles de establecer.
Si tener hábitos saludables fuera una tarea fácil, todo el mundo lo hiciera y no se produjera tanto contenido sobre el tema. No te voy a endulzar la píldora: Es difícil. Necesitas un compromiso férreo y tener claro lo que quieres conseguir. Ahora, ten en cuenta que esta no es razón para no tenerlos.
2. Es mejor todos los días y a la misma hora.
Un amigo dice esto sobre los hábitos: Hazlo sencillo, hazlo todos los días y si te saltas un día no te saltes dos. Yo le agrego que es importante hacerlo a la misma hora porque he comprobado que necesitas extrañarlo. Por ejemplo, si tienes el hábito de prepararte café todas las mañanas antes de salir, cuando no lo hagas porque saliste apurado, lo vas a extrañar y quizás te arrepientas de no haberte tomado cinco minutos para prepararlo.
Si quieres desarrollar el hábito de leer, escoge una hora y un lugar donde leerás todos los días. Así, cuando no lo hagas por alguna razón, lo vas a extrañar y sabrás cuán arraigado está el hábito.
3. No importa si no te gusta.
Hay hábitos que debemos incorporar nos guste o no. Cepillarse los dientes es uno de esos. Otro, menos doloroso a corto plazo es el ejercicio físico. No pasa nada si no te gusta y nunca lo haces, pero va a llegar el día donde te arrepentirás de no haber cuidado tu cuerpo. Tu cuerpo jamás va a recriminarle a tu mente que no te animó a subirte en una caminadora, pero el día que se dé por vencido tu mente te va a acusar de indolente.
Hay otras cosas que no nos gusta pero tienen enormes beneficios, como desarrollar el hábito de tener un presupuesto personal o familiar. Para mí eso es un pain-in-the-ass, pero me ha permito alcanzar cosas que de otra manera hubiera sido imposible. Cuando pienses en lo insoportable que es un hábito para ti, deja de mirar el presente y mira el futuro donde quieres estar.
4. Deben tener un límite.
Cuando comenzamos con la determinación de desarrollar un hábito queremos lograrlo en el menor tiempo posible. Si usamos como ejemplo el hábito de la lectura, seguramente te sentarás a leer y querrás leer 45 minutos en vez de 15. A la semana —o menos— te darás cuenta de que ese tiempo es insostenible y en pocos días abandonarás tu propósito. Es mejor y más sostenible que te sometas a un límite donde mantengas el propósito realizable, tengas sensación de avance y evites una frustración innecesaria.
5. Hay que hacerlo bien.
Si pretendes desarrollar un hábito pero no es algo que disfrutas (como el caso del ejercicio) y lo haces mal, solo desarrollarás el hábito de la mediocridad. Asegúrate que lo que estás incorporando a tu vida lo estás haciendo con el máximo estándar de calidad posible.
Recuerda mi idea al principio del texto: Los hábitos tienen el potencial de disparar nuestro crecimiento o de empujarnos hacia la ruina.
Quedarse desempleado no es el fin del mundo, pero pudiera ocurrir que al día siguiente, cuando ya no tienes que ir a trabajar, te des cuenta que el mundo cambió.
Todos los trabajos que están en la industria del entretenimiento son extremadamente demandantes. Bajo la premisa de que el productor es el primero que llega y el último que se va, pasamos larguísimas jornadas metidos en los estudios y olvidamos que afuera transcurre una vida.
El golpe contra el muro de la realidad ocurre al día siguiente de renunciar o ser despedidos. Allí comenzamos a hacer un inventario de lo que tenemos y nos damos cuenta de que gozamos de mucho tiempo libre pero otras cosas se quedaron detenidas desde que tomamos el empleo anterior.
Estas son las cinco cosas que debes mantenerte haciendo cuando estás trabajando.
Dedica más tiempo a tu crecimiento
Suscríbete a medios especializados, sigue a cuentas de la industria, asiste a seminarios, conferencias, talleres o cursos que apunten a las áreas donde estás especializado o donde quieres crecer. Ya sabes, mientras estés empleado no vas a tener tiempo, pero si no lo haces, al quedarte sin trabajo y tener que actualizar tu CV, te vas a dar cuenta que tu último curso fue hace cinco años.
Cuida tus tiempos a solas
En caso de que no los tengas, cultiva el hábito de pasar tiempo a solas para estimular tu creatividad. Puede ser leyendo, meditando, escribiendo, haciendo ejercicio u otra cosa que te permita poner a tu cerebro a vibrar en una frecuencia diferente a la del trabajo.
Toma vacaciones
En una oportunidad pasé casi cuatro años en un trabajo donde nunca tomé vacaciones porque me engañé diciendo que no tenía tiempo. A los días de dejar ese trabajo caí en cuenta que todo seguía funcionando muy bien sin mí, o sea que sí pude haber tomado vacaciones y no hubiera sido una catástrofe. El burnout es real y la recuperación es más lenta de lo que crees. No te lo permitas.
Mantente actualizado sobre el mercado
La industria audiovisual y musical cambia tan rápido como lo hace la tecnología. Y además del cambio de formatos, terminologías y sistemas, también cambian las empresas. Procura mantenerte enterado de quién está liderando el sector, ratings, share, etc. Generalmente las empresas hacen sentir a sus trabajadores que si prestan atención a lo que hacen otros actores están siendo desleales pero ya conoces el dicho: No se puede tapar el Sol con un dedo.
Cultiva relaciones fuera de tus círculos del trabajo
Si toda tu vida social gira alrededor de los amigos que tienes en el trabajo, es probable que cuando salgas de la empresa también te quedes sin amigos. Sé que parece drástico, pero el asunto es que ellos van a seguir con el rush del que tu acabas de salir y ellos siguen sin tener tiempo para ti fuera del trabajo. Además, las relaciones que cultives pueden ser una fuente de posibles nuevos lugares para trabajar.
Cuatro de estas cinco cosas tienen implicaciones de tiempo, el único recurso que jamás podrás recuperar. Tómatelo en serio para que al final de cada etapa puedas ver hacia adelante con más optimismo.
Imagine esa pregunta en una sala de juntas. Todos cavilan y se responden a sí mismos ante tal obviedad: Un directivo debe hacer… lo que un directivo debe hacer.
Aunque parezca increíble, los directivos, gerentes, presidentes y personajes con altas responsabilidades en las organizaciones saben bien que esa pregunta no es fácil de responder. Su calendario semanal está sombreado por decenas de juntas, a eso hay que sumarle los compromisos sociales de la empresa, también hay que firmar cheques, elaborar informes, evaluar planes estratégicos y asistir a más juntas. Todo un torbellino que hace que las semanas parezcan días y que los hacen sentir descuidados ante los temas realmente importantes.
Patrick Lencioni, especialista en salud organizacional, considera que un directivo debe invertir su tiempo haciendo las cosas que solo él, o ella, pueden hacer. Todo lo demás debe ser delegado tan pronto como sea posible. Hay algunas responsabilidades que los líderes de las organizaciones no pueden delegar, independientemente del nombre del cargo. Y buena parte de ellas están relacionadas con la salud organizacional. Lencioni enumera cuatro de ellas:
Construir un equipo ejecutivo conductualmente cohesivo. Nadie más puede hacer esto, ni un consultor externo, ni el jefe de recursos humanos, ni un jefe de personal. Mantener al grupo de hombres y mujeres en la cima de una organización saludable y funcional es fundamental, y nada amenaza más la viabilidad de un negocio a largo plazo que la política y la disfunción en la cima. Hacer esto requiere tiempo y energía constante por parte del CEO.
Lograr claridad y alineación intelectual entre los ejecutivos. Nadie más puede hacer esto, ni un consultor externo, ni el jefe de planificación estratégica. El hombre o la mujer en la parte superior de una organización tiene que unir a todas las personas del equipo ejecutivo en la misma página en torno a las cosas más importantes, desde la cultura de la empresa hasta su estrategia y sus prioridades.
Sobre comunicar esa claridad al resto de la organización. Nadie más puede hacer esto tampoco, ni el jefe de recursos humanos, ni el departamento de marketing, ni una firma consultora externa. Solo el CEO puede convencer de manera creíble a los empleados en toda la organización de que la empresa está alineada y avanzando en la misma dirección. Y el CEO tiene que hacer esto una y otra vez. Los empleados tienen que escuchar un mensaje siete veces, sí, siete veces, antes de creer que es real. Y si lo escuchan de alguien que no sea el CEO, incluso setenta veces, no será suficiente.
Establecer procesos humanos y sistemas que refuercen la claridad. De lo que estoy hablando aquí son los procesos y sistemas relacionados con el reclutamiento, la contratación, la gestión del rendimiento, la capacitación en gestión, la compensación y el reconocimiento. Y no, esto no se puede delegar en el departamento de recursos humanos. Claro, pueden ayudar con esto, pero debe ser el CEO quien impulse el esfuerzo para asegurarse de que sea -y se perciba- como real.
Si observas de cerca notarás que estas cuatro grandes e indelegables tareas pueden ser realizadas por un líder, no por un jefe. Por alguien realmente interesado en las personas, en el desarrollo de sus compañeros como individuos y como partes de un todo donde todos son importantes. Si bien es cierto que hay otras variables que un directivo debe atender personalmente, hay que reconocer que la variable más volátil pero la más redituable es el talento humano.
Cuando identificas que es necesario hacer cambios hazte estas dos preguntas.
Puedes saber que es momento de hacer cambios cuando asumes una nueva responsabilidad, una nueva posición de liderazgo o te incorporas a dirigir un proyecto que ya está andando. También es momento de hacer cambios cuando no estás obteniendo los resultados que esperas. Incluso cuando los resultados son buenos, pero quieres más.
Lo que ocurre generalmente es que nos sentamos con el equipo, hacemos una lista de las cosas que no están saliendo bien y caemos en una espiral infinita para definir los cambios que hay que hacer.
A veces cuesta definir las acciones que resuelven un problema porque:
No le atinan al problema.
Son soluciones temporales (paños calientes).
El equipo no está ganando a esa solución.
El problema es ambiguo o difícil de definir.
Situación hipotética: Está ocurriendo semana tras semana que al momento de grabar, el talento no sabe bien sus líneas o su speech. En las juntas de producción la coordinadora de casting dice que ella le envía al talento sus líneas con suficiente anticipación, el director de producción dice que se está respetando la pauta de ensayo que se agenda antes de las grabaciones y el talento solo pide disculpas por no haberlas aprendido prometiendo que no volverá a ocurrir.
La esperanza no es una estrategia así que hay que hacer algo para resolver este problema porque las grabaciones se están tomando más tiempo del programado y eso genera costos que están fuera del presupuesto.
Si tú estuvieras en una junta como esta, una manera de comenzar la discusión es preguntar —manteniendo una buena actitud para enfrentar todas las respuestas posibles —¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Problema: El talento no sabe sus líneas al momento de grabar. Primer ¿Por qué?: Porque dicen que no tienen tiempo en la semana para ensayar. Segundo ¿Por qué?: Porque tienen demasiadas pautas en la semana. Tercer ¿Por qué?: Porque están grabando los programas de backup de la temporada de vacaciones.
En este punto estaríamos más cerca de una solución que de continuar enojándonos semana tras semana.
Formula la pregunta, identifica el problema y obtendrás una solución
Cuando el equipo identifica un problema hay muchas más posibilidades de que el equipo aporte a la solución.
Lo siguiente que te recomiendo hacer es comenzar a explorar con tu equipo los ¿Qué pasaría si…?
-¿Qué pasaría si les damos menos líneas?
-¿Qué pasaría si grabamos menos programas por día pero grabamos el fin de semana?
-¿Qué pasaría si agendamos sesiones extra de ensayo?
-¿Qué pasaría si usamos el teleprompter?
Convierte tu junta para resolver problemas que enojan, en una junta para resolver problemas de una manera creativa donde todo el equipo participe y se sienta parte de la solución.