Eran las 3:35 de la tarde cuando el cliente nos dijo, “no me gusta el lenguaje que están usando en los textos de las redes sociales”. Mi colega y yo nos miramos porque estábamos en dos posiciones diferentes. Ella persiguiendo conservar la cuenta y yo enfocado en lo que es mejor para el cliente.
La discusión avanzó y fue muy productiva porque pronto todos comprendimos que la agencia, ni el proveedor del producto/servicio, y mucho menos yo, somos el centro de la comunicación.
¿Por qué esto es difícil de comprender?
Cuando diseñamos la comunicación de una marca, especialmente cuando se trata de emprendedores o de marcas que salen por primera vez al universo del marketing y de la publicidad, creemos que nos la sabemos todas. Creemos que nadie sabe mejor que nosotros lo que queremos decir. Creemos que nadie entiende a nuestro cliente mejor que nosotros. Creemos que nos van a comprar nuestro producto porque sí. Todas esas son mentiras que nos creemos.
Sin embargo, si tuviéramos que poner frente a nosotros una sola premisa sobre este tema, sería la siguiente: el compromiso es con tu audiencia. Independientemente de lo que quieras comunicar, anunciar, vender o promover.
El compromiso de tu contenido tiene que ser con tu audiencia
Si el compromiso es con la agencia, el fabricante, el dueño del negocio, los creativos o cualquier otra entidad que no sea la audiencia, la estrategia de contenido no servirá de nada.
Cuando la audiencia hacia la que está dirigiéndose la marca vea tu contenido tiene que sentir que le están hablando en primera persona. Que la marca está interpretando sus deseos y sus necesidades.
Porque son ellos quienes tienen la última palabra, el poder de compra, el clic. Son ellos quienes pueden hacer un ademán de desprecio y convertirnos en un estorbo o reenviar el contenido a un amigo porque hablamos a sus intereses.
El compromiso de tu contenido tiene que ser con tu audiencia.