A lo largo de mis años como comunicador me he cruzado con muchas personas que me han dicho esto: Tengo mucho para decir… pero no sé cómo. Créeme que es más común de lo que tú esperas, que te llenes de información y conocimientos, pero sin saber cómo transmitirla a otros.
Creo que aprendemos y nos preparamos, no solo para nuestro disfrute y uso personal, sino para poder agregar valor a otras personas, por eso, me dedico a ayudar a esos que no saben cómo decir todo lo que tienen para dar y edificar a otros.
Quiero decirte que no te preocupes, hay solución para tu situación, lo único que debes hacer es pedir ayuda y pedírsela a la persona correcta porque no se trata de comenzar a soltar cosas por soltarlas, necesitas una estrategia de comunicación.
¿Qué hacer para comunicar?
Organízate. Antes de comenzar, debes poner tus ideas en un papel. Asegúrate de saber qué es lo que quieres comunicar, esto va a depender de tu área de negocio.
Define tu objetivo. ¿Por qué quieres comunicar algo? ¿Cuál es el propósito? No hablemos por hablar, eso no nos va a traer resultado y probablemente no edifiques a otra persona, sino que puedes hasta confundirla. Sabiendo cuál es tu objetivo, podrás definir un plan para lograrlo.
Define a tu audiencia. No tienes que llevar tus comunicaciones a donde todos las están llevando, dependiendo de tu objetivo y de tu audiencia, vas a saber a quién dirigirte y eso te permitirá escoger un lenguaje adecuado para ellos.
Define tu canal. El medio de comunicación importa. Dependiendo de tu objetivo y de tu tipo de negocio, hay canales que se ajustan más que otros, así que encuentra el tuyo y sácale provecho. No solo existen las redes sociales y tampoco debes usarlas todas.
Mide los resultados. Todo genera un resultado. Solo evaluándolos podemos saber si estamos alcanzando el objetivo o si debemos hacer algún ajuste. Estos se pueden ver en el período de tiempo que se ajuste a tu estrategia: semanal, quincenal, mensual o por un rango mayor de tiempo.
Aquí estoy para ayudarte a que digas lo que está dentro de ti, escríbeme y hablemos.
Desde que somos pequeños nos cuentan historias. En las noches antes de dormir, en reuniones con amigos, en fiestas, viendo películas… en fin, hemos sido receptores de historias toda la vida. Y hoy, el contar una historia se ha convertido en una de las maneras de comunicar, lo conocemos como Storytelling.
Los creadores de contenido están adoptando un enfoque más efectivo al comunicar sus ideas y mensajes, buscando conectar emocionalmente con su audiencia y transformar sus vidas. Estos profesionales son conocidos como “profesionales de la emoción” debido al gran impacto emocional que genera su contenido en las personas. Este enfoque es altamente valorado en la construcción de relaciones entre valores y marcas.
¿Cuál es su objetivo?
El objetivo es conectar emocionalmente con el público a través de historias para transmitir un mensaje de forma efectiva. El público se identifica fácilmente con historias relacionadas a su vida, que les representen actos de superación, que presenten desafíos y perseverancia, y que estén bien contadas. Es la forma idónea para que el mensaje sea captado.
El storytelling funciona en dos planos:
Racional, que apunta a los procesos lógicos de las personas.
Instintivo, que abarca lo emocional del ser humano.
Aspectos a tener en cuenta antes de crear tu storytelling
¿Qué quieres contar? Define el tema de la historia con la que quieres conectar con los usuarios. Una recomendación es contar tus vivencias, estas siempre te ayudan con el engagement.
¿Cual es tu objetivo? Busca el momento adecuado para la historia que quieres contar, eso te ayudará a dejar huella en la audiencia porque tiene un propósito, un objetivo.
¿Quién interviene? Si le pones nombre y apellido, la historia será más atrayente a si lo haces desde el anonimato. Quien te vea, lea o escuche se va a sentir identificado con más facilidad.
¿A quién te vas a dirigir? Decide quién es tu público, mira cómo se comportan tus clientes en redes sociales.
Fases de la historia. Mantén un hilo conductor en tu historia con una estructura definida. Cuenta tu cuento: presentación del relato y los personajes, introduce hechos, el momento cúspide o punto fuerte de la historia, resolución de las acciones secundarias y conclusión de la acción principal, moraleja y fin.
Ya sabes, cuenta una historia, así como yo te acabo de contar la mía.
Algunas empresas, equipos de trabajo y hasta una marca personal pueden luchar con su comunicación. Debes tomar en cuenta no solo lo que comunicas hacia afuera, sino hacia adentro también.
Es por ello, que preparar un plan de comunicación requiere de mucha atención, estudio, análisis y finalmente una estrategia, y todo eso en conjunto es lo que conocemos como comunicación estratégica.
A veces cuando no vemos avances o el resultado que deseamos, debemos hacer una reconfiguración, es decir, un plan de comunicación estratégica.
¿Qué incluye la comunicación estratégica?
Enfoque en objetivos
Metodologías
Técnicas aplicadas
Seguimiento prospectivo de las principales tendencias sociales, políticas, económicas y tecnológicas
Algunos de los productos característicos de la comunicación estratégica son:
Planes Estratégicos
Programas Sectoriales
Extrapolación de Tendencias
Análisis de Impactos Cruzados
Ejercicios de Simulación
Pronóstico Tecnológico
Consultas Delphi
Issues Management
Analogías Históricas
Construcción de Escenarios
Talleres de Comunicación Estratégica, entre otros temas
La comunicación estratégica beneficia a las empresas, equipos de trabajo y marcas de cierto grado de anticipación lo cual permite generar estrategia desde lo relacional y dejando de lado las oposiciones simples para implementar procesos de permanente aprendizaje, adaptación, desarrollo y supervivencia ante la crisis o los cambios.
A través de la comunicación estratégica puedes llevar a tu empresa, equipo o marca de lo invisible a lo visible.
Imagínate una carreta tirada por un par de caballos. Si ves con detenimiento notarás que la carreta está muy cargada y que los animales están esforzándose para cumplir con la tarea. Como si fuera poco, en la medida que avanzan, el camino se empina hasta convertirse en una cuesta que parece imposible de subir. Es momento de tomar decisiones, y no pareciera que aumentar el número de caballos sea una opción.
¿Qué te parece si liberas algo de carga?
Aquí te dejo 5 preguntas que te pueden ayudar a liberar peso:
1.¿Qué puedes vender, donar o regalar?
Somos acumuladores por naturaleza, nos apegamos a las cosas que logran tener algún significado y nos volvemos incapaces de deshacernos de ellas. Puede tratarse de una bicicleta que usabas hace 10 años pero también puede ser una cámara que te costó mucho comprar. La pregunta es, ¿necesitas eso en este momento o recapitalizarte puede ser una mejor idea? ¿Cuáles cosas tienes años sin usar? ¿A quién puedes hacerle un favor regalándole todo eso que ya no usas? No subestimes la posibilidad de que mantenerte apegado a cosas te hagan lento para moverte, menos ágil y pesado.
2. ¿A dónde te puedes mudar?
Quizás estás en las oficinas que siempre soñaste o ya las decoraste como querías, pero, ¿realmente necesitas todo ese espacio? Permíteme hacer una pregunta más difícil, ¿es inteligente que pagues por todo ese espacio? Recuerda que el estatus no paga tus cuentas y que hacer un downgrade temporal no significa caer en la pobreza.
Ya sé que este es un tema sensible, no conozco a nadie que disfrute despedir gente, pero cuando la cuesta se pone muy empinada hay que tomar decisiones difíciles. Aquí puedes hacerte varias preguntas: ¿Por cuál tipo de trabajo tienes que pagar? ¿Cuáles puestos puedes fusionar? ¿Cuáles responsabilidades/posiciones no van a ser productivas por un buen tiempo? ¿A quién puedes convertir en freelance?
4. ¿En qué eres realmente bueno?
Es difícil que volverte todero* te saque de la crisis pero ser el mejor en lo que haces te puede mantener a flote. He visto a emprendedores dedicarse a varias cosas inconexas entre sí para mantener el flujo de caja, incluso usando el mismo nombre para todo. Algo como una Agencia de Publicidad que vende sandwich y hamburguesas; o un taller mecánico que también instala sistemas de alarmas. No quiero ser antipático, pero haber vivido varias crisis de diferentes tipos me permite decirte esto: Rara vez esas medidas evitan el cierre definitivo.
5. ¿Qué deudas puedes pagar?
Una de las primeras medidas que debes tomar para afrontar una crisis es planear el manejo de las deudas, y puede ser que necesitas a alguien que te asesore para que tomes las mejores decisiones. Mientras haces eso, te adelanto: No asumas más deudas, comienza a pagar las deudas más pequeñas, dale la cara a tus acreedores y plantéales un plan de pago, evita vender activos para pagar deudas.
Después de haber leído estas preguntas y de reflexionar en sus respuestas, no lo dudes más y despójate de ese peso que probablemente, no te deje seguir hacia adelante.
Cuando entramos a algún lugar se desata una serie de sensaciones que involucra todos nuestros sentidos. Solo piénsalo por un minuto.
¿Qué ocurre cuando cruzas la puerta de un hospital? Haz el ejercicio de separar todos tus sentidos y evaluar lo que estás experimentando en cada uno.
Lo mismo le ocurre a cualquier persona que nos visita. Puede ser que nos visite en casa, en nuestra tienda, en nuestra oficina o dónde sea que funcionamos físicamente.
Todo comunica. Cada cosa que nuestro visitante experimenta le está dejando un mensaje sobre nosotros en su cerebro. A veces es muy evidente, como, “aquí hay demasiado calor”, pero otras veces es imperceptible conscientemente.
Te propongo que hagamos un ejercicio de empatía y evaluemos que estamos comunicando a nuestros invitados haciéndonos estas cuatro preguntas.
1. ¿Qué es lo primero que ven?
Imaginemos que tienes una ferretería y tu cliente acaba de cruzar la puerta de entrada. ¿Ve una tienda ordenada, con señalética clara y una ruta para avanzar? ¿Ve a una persona con una playera con su nombre? ¿Ve primero la caja de pago? Recuerda la última vez que visitaste una ferretería, ¿qué viste primero? Ahora que lo piensas, ¿cómo te sentiste?
Son muchas preguntas, lo sé. Pero prefiero acompañarte con las preguntas que darte respuestas porque tú sabes mejor que yo qué es lo que tus invitados ven.
En un oportunidad fui a mi banco y noté que en la entrada estaba una joven que le preguntaba a cada cliente qué operación iba a realizar y le guiaba para hacer la solicitud más apropiada a su necesidad. Antes, cuando entraba me conseguía primero con una máquina donde yo seleccionaba la operación y recibía un ticket con un número. La máquina sigue allí pero ahora la opera una persona que sonríe, que escucha y que responde.
2. ¿Qué es lo primero que oyen?
Estamos de nuevo en la puerta de tu tienda. ¿Qué está escuchando tu cliente? ¿Conversaciones indistintas? ¿Algún hit musical del momento? ¿El sonido de máquinas? ¿El ruido que sale de un televisor encendido? ¿Alguien diciéndole, “Bienvenido, ¿cómo puedo ayudarle?”. No hay respuestas incorrectas. Lo importante es identificar si lo que se oye es lo que tú quieres comunicarle al cliente.
Si tienes un taller de carpintería quizás te guste que al entrar, el cliente escuche las máquinas sonando porque eso comunica productividad. Pero si tienes un gimnasio de yoga el silencio puede ser tu mejor aliado.
Hay sonidos que son desagradables en cualquier lugar. Uno de ellos es una televisión encendida con programación irrelevante. A veces tienen allí una telenovela o programas de concursos que solo hacen ruido. También ocurre que en las tiendas, el personal de turno pone la música de su preferencia, sin pensar en los gustos de sus clientes.
3. ¿Qué es lo primero que sienten?
Esta es una pregunta muy subjetiva, pero muy valiosa. Imaginemos que tienes una galería de arte. ¿Qué quieres que sienta la persona cuando entra? ¿Respeto, paz, exclusividad, admiración? También podemos hacer el ejercicio con la sala de espera de un consultorio odontológico, o de un despacho de abogados, o de un estudio de tatuajes o un restaurant de comida vegetariana. Cada tipo de actividad tiene una comunicación implícita, hay elementos del ambiente que son cónsonos con el lugar o todo lo contrario.
El sonido, la decoración, la atención del personal y la temperatura conforman un todo para poder responder la pregunta, ¿qué siento? Las respuestas pueden ser algo como, “me quiero quedar aquí aunque no tenga nada que hacer”, “me quería ir antes de entrar”, “se siente muy a gusto”, “siento que estaba con amigos”, “en ese lugar siempre me da sueño”, “siento que quieren que me vaya”.
Tu lugar habla. ¿Qué le está diciendo a tus invitados?
4. ¿Qué es lo primero que hacen?
Una de las peores sensaciones es sentirse desorientado. Llegar a un lugar y no saber qué hacer. Es peor cuando percibes que otros te miran como esperando que hagas algo.
Cada lugar puede promover una acción diferente, pero es importante que esté claro qué debe hacer la persona al entrar. Por ejemplo: ir a la taquilla, ir al pasillo donde está el producto que se busca, mirar la exhibición, sentarse y esperar, ir al módulo de información, acercarse a una máquina, y un infinito etcétera.
Los segundos que transcurren entre que tu invitado pasa la puerta de tu local y descubre lo que debe hacer son fundamentales para su experiencia.
Una buena manera de identificar cómo se comporta la persona al llegar es observándola. Ubícate en algún lugar donde veas directo hacia la puerta de entrada y mira cómo reaccionan las personas. Los que ya han ido antes seguramente actuarán con seguridad y confianza, pero los que no…¿qué es lo primero que hacen?
Recuerda que todo comunica. La publicidad en redes sociales es muy importante pero no lo es todo. No olvides ocuparte de la comunicación que llega a través de las sentidos.